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La seguridad de los hogares es una preocupación generalizada y compartida por prácticamente toda la sociedad. Los robos en la vivienda son un riesgo real, especialmente en los meses de verano, por lo que muchos propietarios de inmuebles optan por medidas y elementos de disuasión que refuercen la defensa frente a posibles intentos de allanamiento.

En 2024, se produjeron un total de 81.040 robos con fuerza en viviendas a lo largo de todo el país, según el Ministerio del Interior. Pese a que es una cifra amplia, supone un 4,3% menos que el año anterior, y una caída del 6,1% respecto a 2022.

El tercer trimestre, es decir, los meses de verano, se corresponden con la época del año en la que se registran un mayor número de robos con fuerza. En 2024, por ejemplo, fueron el 27% de todos los que se produjeron a lo largo del año, representando una subida de hasta el 18% con respecto al trimestre anterior.

No es de extrañar que el verano sea la época en la que se produce un mayor número de este tipo de delitos. Muchos ladrones aprovechan cuando las viviendas se encuentran vacías para irrumpir en ellas ilegalmente. En estos meses, muchas familias se marchan de vacaciones o de viaje, por lo que es más fácil para los delincuentes acceder a los hogares.

La sofisticación de los métodos que emplean ha evolucionado con el tiempo, por lo que es muy posible que muchos de nosotros conozcamos casos cercanos, entre nuestros familiares, amigos o vecinos, de personas que han sido víctimas de un robo con fuerza en sus hogares.

Los ladrones conocen estrategias no solo para forzar las cerraduras de nuestras viviendas, sino también para monitorear cuándo es el mejor momento para acceder a ellas, sabiendo exactamente en qué momento se van a encontrar vacías. Por eso, la temporada estival, así como otras vacaciones como las Navidades, la Semana Santa o los puentes, son algunas de las épocas en las que se produce un mayor número de este tipo de incidencias

Robos en viviendas en alquiler en verano

El verano es, por tanto, la temporada en la que se producen más robos con fuerza en la mayoría de domicilios, también, por supuesto, en las viviendas en alquiler. El Observatorio del Alquiler ha realizado una estimación, a partir de los datos del Ministerio del Interior, de cuántos inmuebles arrendados son víctimas de un crimen de este tipo durante los meses estivales.

En 2024, unas 4.445 viviendas sufrieron un robo con fuerza, una cifra ligeramente superior a las 4.115 del año anterior. No es una cifra alarmante, pero sí que demuestra que muchos ladrones aprovechan estos meses del año para irrumpir en inmuebles ajenos y hacerse con las pertenencias tanto de los inquilinos como de los propietarios.

Robos con fuerza en domicilios en Madrid y Barcelona en verano

Aunque estos delitos se pueden producir en cualquier lugar del país, Barcelona y Madrid concentran el mayor número de casos, ya que son las zonas con mayor población. Así, en 2024, la provincia barcelonesa registró en torno a 880 robos con fuerza, mientras que, en la Comunidad de Madrid, se quedaron en 731.

Y es que, aunque Madrid tiene una mayor población que Barcelona, esta es la provincia que registra más incidentes de este tipo. No solo robos con fuerza, sino en general cualquier incidencia relacionada con el allanamiento o la usurpación de inmuebles.

Si se tiene en cuenta esta segunda estadística, el número total de incidencias anuales en 2024 en viviendas en alquiler ascendió a 3.351. De nuevo, Barcelona se sitúa a la cabeza, con en torno a 1.269 incidentes de allanamiento o usurpación de inmuebles, seguida muy de lejos por Madrid, con 393.

Otras provincias relevantes en este tipo de delitos son Girona, con 235 casos; Valencia, con 162; Tarragona, con 157; Alicante, con 131; Baleares, con 154; Sevilla, con 71; Murcia, con 80; o Málaga, con 68.

Provincias con más incidencias de allanamiento o usurpación de inmuebles en 2024

Preocupación entre los inquilino

El Observatorio del Alquiler ha realizado una encuesta sobre una muestra de 1.500 inquilinos que arroja que en torno a la mitad muestran preocupación por la posibilidad de que sus viviendas puedan ser robadas durante los días que se encuentren fuera en verano. En concreto, el 30% afirma estar preocupado, mientras que el 20% asegura estar muy preocupado. Un 18% estaría poco preocupado y tan solo un 10% no lo estaría para nada. El 22% restante no sabe o no contesta a esta pregunta.

Un 41% de los inquilinos habrían tomado algún tipo de medidas adicionales para mejorar la seguridad en sus viviendas de alquiler de cara al verano, frente al 59% restante que no lo habrían hecho. Además, un 39% dispondría ya de algún tipo de sistema de seguridad, como alarmas, videovigilancia o puertas blindadas, mientras que un 49% niega tener este tipo de elementos. Un 12% asegura no saber si su inmueble cuenta con estas garantías.

En cambio, una considerable mayoría del 61% reconoce que informa a personas de su confianza cuando sale de vacaciones para que estén pendientes de su vivienda. Por el contrario, un 39% no lo haría.

Con todo, un 58% de los inquilinos asegura que no conoce a ninguna persona que haya sufrido un robo en una vivienda en alquiler durante la temporada veraniega. Un 37% sí que estarían al tanto de algún caso cercano, mientras que un 5% lo habrían sufrido en sus propios hogares.

De cualquier manera, un 58% admiten que las medidas de seguridad adicionales les aportan mucha más confianza a la hora de alquilar una vivienda, y un 24% de los arrendatarios aseguran que sí que les aporta confianza, aunque en menor medida. Tan solo un 13% afirman que no les influye de ninguna manera, mientras que un 5% no se lo habría planteado antes.

En relación con esto, un 40% de los inquilinos estarían dispuestos a pagar más por el alquiler de una vivienda que cuente con medidas de refuerzo de seguridad, como un sistema de alarma conectado. Sin embargo, un 28% reconocen que no lo harían, y un 24% podrían planteárselo en función del precio. El 8% restante dice contar ya con elementos de este tipo.

Popularización de las medidas de protección

Los robos o los allanamientos de morada son una preocupación tanto para propietarios como para inquilinos. Con el fin de evitar este problema, muchas personas toman medidas adicionales de protección y contratan sistemas de seguridad para disuadir a los delincuentes y reforzar la impenetrabilidad de sus domicilios.

Entre los sistemas y elementos de seguridad más comunes encontramos desde algunos más rudimentarios, como la instalación de rejas en las puertas y ventanas, especialmente en las plantas más bajas; hasta modernos equipos de domótica y tecnología, que incluyen cerraduras inteligentes, cámaras de vídeo o sensores de movimiento.

Las alarmas son uno de los sistemas más recurrentes para los inquilinos, precisamente por la imposibilidad que tienen, en muchos casos, de instalar otros elementos como puertas blindadas. En España, el número de alarmas conectadas a central receptora en inmuebles residenciales se sitúa alrededor de los 2 millones, lo que supone más del 10% de los hogares, según datos de la empresa Ingesegur, que se incorpora al Observatorio del Alquiler como nueva colaboradora.

Su contratación está relacionada con las campañas de captación de empresas privadas, que coinciden con momentos señalados estratégicamente en el calendario. Esto explica que los meses de mayor contratación de alarmas sean junio y diciembre, precisamente porque estas compañías despliegan acciones de marketing en las semanas anteriores a los periodos vacacionales.

Especialmente populares son los sistemas de seguridad como las alarmas en las grandes ciudades y zonas más pobladas, que suelen coincidir con los territorios con mayores índices de criminalidad, aunque es cierto que en verano estos patrones se ven modificados por el turismo y los movimientos de población. Las comunidades autónomas con mayor tasa de criminalidad son Cataluña, Baleares, Madrid y la Comunidad Valenciana.

De cualquier manera, habitualmente es el propietario el que se encarga de la instalación de sistemas de seguridad, si bien esta tendencia está empezando a cambiar y cada vez son más inquilinos los que optan por contratar mecanismos como alarmas para proteger sus pertenencias en caso de robo o de allanamiento.

Los bienes de mayor valor en una vivienda en alquiler pertenecen normalmente a los inquilinos, por lo que es normal que haya crecido su preocupación en torno a los posibles riesgos de este tipo. Muchos de estos inmuebles no están amueblados, e incluso en los que sí lo están, los ladrones no optan por llevarse los muebles, sino otro tipo de elementos, como joyas, dinero en efectivo, aparatos electrónicos u otras pertenencias de valor.

Es por eso que, ante el auge de los robos en verano y en otras épocas del año, muchos inquilinos están tomando medidas para mejorar la seguridad de las viviendas en las que residen. En algunos casos, puede ser el propietario quien contrató la instalación para que después se haga cargo el arrendatario, y en otros pueden haber sido ellos directamente por acuerdo entre las dos partes.

Algunos elementos, como las alarmas, requieren el mantenimiento de un contrato, por lo que el inquilino puede asumir la titularidad incluso aunque lo haya contratado el propietario, si así lo desean. Sin embargo, otros sistemas, como la instalación de puertas blindadas o de verjas es permanente, y una vez se ha realizado la inversión se quedan ya en la vivienda.

Además, la tecnología se convierte en un gran aliado para inquilinos y propietarios a la hora de reforzar la seguridad en sus viviendas. Uno de los aspectos más interesantes que ofrece es la posibilidad de mantener nuestro inmueble vigilado de forma remota. Sistemas de alarmas inteligentes, cerraduras electrónicas que funcionan incluso a distancia, cámaras de seguridad con reconocimiento facial o sensores de movimiento son solo algunos ejemplos de la aplicación de las soluciones innovadoras para la aplicación de los hogares.

Estos recursos no solo permiten mejorar el control y la vigilancia de las viviendas, sino que también ayudan en la detección temprana de los riesgos, alertando sobre posibles amenazas y permitiendo tomar medidas anticipadas para prevenir los daños. Además, las soluciones tecnológicas también ofrecen mayores posibilidades de personalización y de adaptación a las necesidades específicas de cada usuario, reforzando así la seguridad y la tranquilidad de los inquilinos y de los propietarios.

Consecuencias de un robo en una vivienda

Pero, aunque los sistemas de seguridad se han vuelto cada vez más sofisticados, también lo han hecho las técnicas que utilizan los ladrones para acceder a una vivienda. Es por eso que, aunque estas medidas actúan de forma disuasoria y contribuyen a la prevención, todavía se siguen produciendo miles de robos en inmuebles en alquiler verano tras verano.

En caso de encontrarse en una situación así, lo primero que debe hacer un inquilino es asegurarse de que el ladrón no se encuentra en la vivienda. De lo contrario, deberá siempre llamar a la policía para evitar que pueda producirse una confrontación violenta. Tras esto, el procedimiento pasa por presentar una denuncia ante el Juzgado de Guardia o la comisaría correspondiente. Este paso es de vital importancia, no solo para iniciar cualquier trámite de reclamación, sino también para que las autoridades estén al tanto del incidente y puedan iniciar las investigaciones pertinentes.

Antes de que lleguen las autoridades, no se debe modificar nada en la escena del robo para preservar cualquier evidencia, y se deben tomar fotografías de los daños y de cualquier objeto que haya sido alterado o sustraído. Esta documentación será útil para la policía y para la aseguradora.

El inquilino deberá también avisar al propietario tras la presentación de la denuncia, así como informarle de posibles deficiencias de seguridad en la vivienda que hubieran facilitado el robo para que sean subsanadas.

Además, si el arrendatario tiene contratado un seguro, debe ponerse en contacto con su compañía aseguradora para informar de lo sucedido y seguir los pasos que le indiquen para presentar una reclamación. En ese caso, deberá aportar la denuncia y cualquier otra documentación que pueda ser requerida por parte de la compañía para acreditar el coste de los bienes que pudieran haber sido sustraídos.

Sin embargo, es de vital importancia que el inquilino conozca que, en caso de robo de sus pertenencias, la responsabilidad por este tipo de incidentes generalmente recae en él, a menos que el propietario haya incurrido en algún tipo de negligencia o no haya cumplido con sus obligaciones de mantenimiento y seguridad del inmueble.

Es por eso que es muy recomendable, aunque no obligatorio, que el arrendatario tenga suscrito un seguro de hogar para inquilinos, que ampare las pérdidas de sus bienes en caso de robo.

Para facilitar el trabajo a la policía y a la compañía aseguradora, el arrendatario debe realizar una lista de los bienes que han sido robados o dañados, así como presentar las facturas que acrediten los objetos que faltan. Si no se dispone de esta documentación, se deberá realizar una descripción muy detallada, acompañada de fotografías o documentos que acrediten su posesión para que facilite a las autoridades su identificación y localización.

En caso de robo de claves, pasaporte, DNI, CD, ordenadores u otro soporte que pueda contener información sensible, el inquilino deberá comunicarlo a la policía y autoridades competentes. Para tarjetas de crédito u otro soporte que pueda contener información bancaria, es mejor contactar con la entidad bancaria y dar de baja las cuentas y tarjetas de forma inmediata.

Sin embargo, deberá ser el propietario quien asuma los gastos de reparar los posibles desperfectos en la vivienda, como, por ejemplo, puertas forzadas, ventanas rotas o daños materiales en el inmueble. Así lo estipula la Ley de Arrendamientos Urbanos en su artículo 21.1: “El arrendador está obligado a realizar, sin derecho a elevar por ello la renta, todas las reparaciones que sean necesarias para conservar la vivienda en las condiciones de habitabilidad para servir al uso convenido, salvo cuando el deterioro de cuya reparación se trate sea imputable al arrendatario a tenor de lo dispuesto en los artículos 1.563 y 1.564 del Código Civil”.

Ahora bien, la responsabilidad del propietario se encuentra limitada por el grado de diligencia del arrendatario. En otras palabras, si los daños ocurren como consecuencia de una negligencia del inquilino, como, por ejemplo, haberse dejado una ventana abierta, será este quien deba asumir los costes de reparación, incluso si no fue directamente quien causó los desperfectos. 

Si el inquilino no tiene seguro contratado, debe saber que será él quien tenga que asumir las pérdidas generadas por el robo, a menos que demuestre que hubo responsabilidad del propietario. Por ejemplo, que existieran fallos de seguridad de los que se hubiera informado al arrendador previamente, pero este no los hubiera solucionado.

Sin embargo, este supuesto no es habitual. Por ello, siempre es aconsejable que el inquilino cuente también con un seguro contratado que incluya cobertura por robo y la desaparición o pérdida de sus pertenencias.

Y es que son los inquilinos quienes son responsables en caso de robo con fuerza en una vivienda, pero desconocen que una póliza de seguro del hogar puede cubrir un siniestro de este tipo. Es por eso que muchas veces, cuando se produce un incidente así, muchos arrendatarios no reciben ningún tipo de indemnización. Entre otras cosas, porque no pueden demostrar o acreditar qué bienes les han sido sustraídos.

En una vivienda en alquiler, el propietario dispone de un inventario con todos sus bienes, por lo que es fácil revisar qué puede haber sido robado. Por eso, es aconsejable que los inquilinos hagan lo mismo, y que elaboren un listado con todos sus bienes de valor y con documentación que lo respalde.

CONCLUSIÓN

La seguridad de las viviendas en verano es una preocupación común entre la mayoría de la población, también entre los inquilinos y los propietarios de inmuebles arrendados. Si bien las cifras de robos con fuerza no son abrumadoras, es cierto que este tipo de delitos aumentan durante la temporada estival. Así, el verano pasado se habrían producido en torno a 4.445 robos en hogares en alquiler en España.

Para hacer frente a este problema, muchas personas optan por instalar sistemas de seguridad en sus hogares, que pasan por elementos tradicionales como alarmas, cámaras de seguridad, verjas o puertas blindadas, hasta otros más tecnológicos, que aprovechan los avances en la domótica y la inteligencia artificial para mejorar la protección de los inmuebles y reforzar la confianza de sus inquilinos, como cerraduras inteligentes o sistemas de reconocimiento facial. De este modo, en torno a un 10% de los hogares alquilados ya cuentan con alarmas.

Pese a la creciente popularización de este tipo de sistemas de protección, los robos con fuerza siguen sucediendo, por lo que los inquilinos deben ser conscientes de la importancia de tener sus bienes inventariados para poder exigir una indemnización por su sustracción, así como la recomendación de contar con un seguro del hogar que incluya estos supuestos. De lo contrario, deben saber que serían considerados responsables de lo sucedido, y podrían verse obligados a responder, en algunos casos, incluso con su propio patrimonio.

FICHA TÉCNICA

Este informe se ha elaborado con el objetivo de aportar información de interés público sobre la seguridad en las viviendas de alquiler, especialmente en la época estival.

Se basa en fuentes primarias y secundarias de tipo cuantitativo y cualitativo, procedentes de organismos públicos, como el Ministerio del Interior, y de organizaciones privadas, como la empresa de gestión de arrendamientos Alquiler Seguro y la empresa de seguridad Ingesegur.

Las fuentes primarias se han realizado mediante una encuesta telefónica sobre una muestra representativa de 1.500 inquilinos sobre viviendas gestionadas por la compañía Alquiler Seguro durante la primera semana del mes de junio.